La magia del deseo



Hace unos 4 años jugaba mi primera Final Four con el Real Madrid de Baloncesto, en ese momento hacía 17 años que el Real Madrid no la disputaba; y si bien jugarla rompía con una mala racha que ya duraba demasiado, caer en el primer partido hizo saltar muchas ilusiones por los aires, incluída la mía.

Además la Final Four no es muy condescendiente con los perdedores del primer día, en el sentido de que aún deben esperar unas 48 horas antes de jugar por un "honorífico" partido por el tercer y cuarto puesto que prácticamente nadie quiere jugar, 

Recuerdo llegar al hotel esa misma noche, con la alegría contenida de los dos equipos ganadores y la tristeza más absoluta de los dos perdedores, entre los que me encontraba. Deprimido me subí a la habitación tras cenar en silencio con el resto del equipo (odio esas cenas post derrota) donde tenía dos opciones: echarme a llorar durante dos días o mirar hacia adelante y dejar de lamentarme por lo ocurrido... elegí lo segundo, busqué en internet y encontré una conferencia que me habían recomendado de Emilio Duró, la ví entera... y vaya subidón!!! dicen que son conferencias motivacionales, yo pienso que son conferencias de vida (he tenido la suerte de ver a Emilo en directo y recomiendo a quien pueda que vaya a una de sus conferencias, saldrás con un subidón de adrenalina, con numerosas lecciones de vida y con una sonrisa de oreja a oreja por cómo maneja la charla).

De aquella charla hubo una frase que me impactó, decía algo así como: "El ser humano es el único animal capaz de joderse la vida imaginando como será el futuro", preguntaba al público si sabía ¿qué hacía una manada de gacelas cuando un grupo de leones se avalanzaba y cazaba a una de ellas? La mayoría contestaban que seguir corriendo para alejarse, y él contestó que se detenían y seguían pastando pues sabían que los leones ya habían conseguido su objetivo, el ser humano seguiría corriendo, por si acaso, no fuera que los leones se hubieran quedado con hambre.

La posibilidad de imaginar es una de las capacidades del ser humano, y no es mala per sé, de hecho nos ha ayudado a evolucionar, el problema viene cuando tenemos una extraña tendencia a imaginarnos la peor de las situaciones para nosotros; imagino que tendrá que ver con el instinto de supervivencia que permanece intacto en nosotros desde los tiempos en los que nos jugábamos la vida en la sabana, pero ahora, muchos de esos pensamientos no tienen razón de ser... es más, dada la incapacidad que tiene el cerebro para distinguir entre aquello que imaginamos con intensidad y aquello que vivimos, las reacciones de estrés se dan como si lo estuviéramos viviendo en ese mismo momento.

Solemos poner en marcha proyectos movidos por la visión (imaginación) de cómo será el futuro cuando dicho proyecto esté funcionando, los beneficios que nos reportará, lo bien que nos hará sentir, etc... Pero muchas veces, cuando empezamos a tener los primeros contratiempos, cuando algún visionario nos avisa de que no funcionará, cuando no vemos los resultados de forma inmediata... cambiamos la visión que teniamos por los negros nubarrones que inundarán nuestra vida si el proyecto no sale como esperábamos, nos entran las dudas, los temores... La ilusión que antes nos movía se ha transformado en un muro que no sabemos traspasar y muchas veces, deprimidos, abandonamos, o bien nerviosos, no acertamos a actuar como deberíamos.

Ser capaces de mantener la visión original, es lo que distingue a los que suelen triunfar del resto, porque mantienen intacto el motivo que les llevó a la acción (motivación).

Decía Einstein: "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la fuerza de voluntad"

Y como siempre hay un cuento que me recuerda la fuerza del deseo, de Jorge Bucay (Cuentos para pensar)

EL GUERRERO:

El cuerpo gigantesco del guerrero sumerio estaba arado de cicatrices y su piel curtida por el sol y la nieve.

Su nombre era Jormá, y cuenta esta historia que cierta vez, mientras cabalgaba con tres de sus amigos de una ciudad a otra, sufrieron una emboscada a manos de sus más crueles enemigos.

Los cuatro guerreros combatieron con fiereza pero sólo Jormá consiguió sobrevivir, sus tres amigos cayeron muertos durante la lucha.

Ensangrentado y exhausto, Jormá se dio cuenta de que necesitaba descansar, reponer fuerzas y sanar sus heridas.

Miró a su alrededor en busca de un lugar seguro y divisó una pequeña caverna excavada en una montaña cercana.

Casi arrastrándose llegó hasta allí y una vez dentro de la cueva, extendió sobre el piso su piel de oso y se quedó profundamente dormido.

Horas o días después, lo despertó el hambre.

Sintió que su estómago reclamaba algo caliente. Todabía dolorido Jormá decidió salir a juntar ramas y troncos secos para prender un pequeño fuego en su guarida transitoria y comer así un poco de la carne salada que llevaba consigo.

Cuando la luz de las llamas iluminó el interior del refugio, el guerrero no podía creer lo que veía: El reducto que había encontrado no era simplemente una cueva era un templo, un templo excavado en la roca.

...Por las inscripciones y los símbolos, el sumerio descubrió que el templo había sido construido en honor a un solo dios...

El dios Gotzú.

Jormá había aprendido a desconfiar de las casualidades, y quizás por eso no dudó en pensar que sus pasos habían sido conducidos hasta la cueva por el mismísimo dios del templo, para poder así guardar su sueño.

Jormá concluyó que esta era una señal:

Desde entonces enconmendaría su espada al dios Gotsú.

Se quedaría allí hasta que sus heridas curasen.

Mientras tanto, prendería un gran fuego debajo del altar que presedía la inmensa imagen en piedra del dios y cazaría algún animal al que sacrificar en su honor.

Cinco días y cinco noches más estuvo el guerrero en la cueva de la montaña, reponiéndose y honrando a Gotzú.

Durante ese tiempo nunca dejó que se apagara la llama que iluminaba el altar.

Al sexto día, Jormá se dio cuenta de que era hora de seguir su camino, y quiso dejar, antes de partir, una ofrenda a Gotzú en señal de gratitud.

- Una llama eterna - pensó - pero cómo conseguirla?

Jormá salió de la cueva y se sentó en una roca al borde del sendero a meditar sobre el problema.

Ssabía que un poco de aceite ayudaría a mantener la lama, pero no era suficiente.

Pensó, por un momento que quizás debía buscar mucha leña, tanta como para que nunca se consumiera;tanta, que durara eternamente....pero rápidamente se dio cuenta de lo vano del esfuerzo....mucha madera aumentaría la intensidad del fuego pero no la duración de la llama....

Un monje, de túnica blanca, que caminaba por el sendero se detuvo frente a Jormá.

Tal vez de puro curiosos o quizás por la sorpresa de ver a un guerrero en tan reflexiva actitud, el caso es que el monje se sentó frente al sumerui y se quedó inmóvil mirándolo como si pasara a ser parte del paisaje.

Horas después, cuando el sol ya caía, Jormá, todavía seguía pensando.....

Lo ocupaba tanto su problema que no se sorprendió demasiado cuando el monje le habló:

- Qué te pasa guerrero?. Parece preocupado...Puedo ayudarte?.

- No lo creo - dijo el guerrero - Esta cueva, mi señor es el templo del dios Gotzú, a quien hace cinco lunas he consagrado como mi protector, el destiatario de mis oraciones, el objeto último de mi lucha. Pronto deberé partir y quisiera honrarlo eternamente, pero no sé como conseguir que la llama que he encendido dure para siempre.

El monje meneó la cabeza y como si hubiera adivinado el camino que había recorrido el pensamiento guerrero le dijo:

- Para que la llama sea eterna, necesitarás algo más que madera y aceite..

- Qué cosa? - Se apuró a preguntar Jormá - Qué más necesito?.

- Magia - dijo el monje secamente,

- Pero yo no soy mago, ni sé de magia..

- Sólo la magia puede conseguir que algo sea eterno.

- Yo quiero que la llama sea eterna - dijo el guerrero..y siguió -

....Si consigo la magia, Me puedes asegurar que la llama para Gotzú será eterna?.

- Asegurar?. Hace una semana ni siquiera sabías de la existencia de este templo a Gotzú..y hoy quieres para él, un homenaje eterno. Eso es lo que hoy deseas....Es que acaso tú puedes asegurar que tu deseo será eterno?....

Jormá hizo silencio.

El guerrero se dio cuenta de que nadie podía afirmar la eternidad de un deseo...

El monje volvió a menear la cabeza y se puso de pie..

Se acercó a Jormá y apoyándole la mano abierta en el pecho, y le dijo:

- Te diré un secreto:

"La magia sólo dura mientras persiste el deseo!!!"

Nota: Dedicado a un ex-alumno y amigo que hoy se ha clasificado para la final del campeonato de España Junior de Baloncesto... hace dos años veía su futuro en el basket con nubarrones. Enhorabuena Adriá Alonso.


  
  
  

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